No, ¡no es un nuevo problema matemático! La brecha digital es la distancia que existe entre las personas del mundo que tienen acceso a ordenadores, dispositivos móviles e internet, y las que no. Como describimos en nuestro Informe de la Salud de Internet, casi la mitad del mundo aún está desconectada, lo que significa que la mitad del mundo aún no puede beneficiarse de la era digital y de la economía digital.

Para obtener más información sobre la brecha digital, mira este vídeo con Alice Munyua, directora de «Africa Mradi» de Mozilla, o sigue leyendo este artículo.

La brecha digital existe dondequiera que mires. En los Estados Unidos, hay millones de personas sin un acceso confiable a internet en sus hogares. Pero las diferencias en las tasas de conectividad entre los países más ricos y los más pobres son más pronunciadas. Por ejemplo, más del 80 % de los europeos tiene acceso a internet, pero solo una minoría de quienes viven en la región de África puede conectarse. Y a nivel mundial, hay menos mujeres que hombres con posibilidades de acceder a la web.

Comparación del % de mujeres y hombres en línea en diferentes regiones

En el caso del continente africano, la brecha digital se ve afectada de manera predecible por el costo. Según «Alliance for Affordable Internet», este continente tiene la internet más cara del mundo.

Costo de internet de banda ancha móvil de 1 GB como % de los ingresos brutos mensuales

Esta alta barrera de entrada tiene muchas consecuencias. Algo que la crisis de la COVID ha dejado en claro es que, ahora más que nunca, necesitamos una economía digital conectada. Hacer una simple videollamada puede ser una experiencia realmente frustrante para alguien que vive en India o Nigeria, ¡ni hablar de lo que implica la educación en el hogar sin una banda ancha confiable!

% de adultos estadounidenses con banda ancha en sus hogares en 2019, según ingresos

Incluso para aquellos que están conectados, todavía existen desigualdades. Por ejemplo, un caso de brutalidad policial en una protesta realizada en un lugar con buen acceso a internet, como Estados Unidos o Hong Kong, probablemente estará mucho mejor documentado que si sucede en Nigeria, Zimbabwe o Tanzania. Y cuando los estados desconectan la internet abierta, como hemos visto en tiempos de conflictos civiles o durante elecciones presidenciales, los actores políticos pueden crear condiciones que los favorezcan políticamente, con serias implicaciones democráticas y cívicas.

Para aquellos que tienen la suerte de tener una buena conectividad, internet proporciona un nexo crucial con la información que los ayuda a mantener a sus familias sanas y seguras, a conseguir un empleo, a poder estudiar, a participar en el gobierno y a ejercer sus libertades políticas.

En última instancia, la brecha digital es un síntoma que señala un problema mucho más profundo en nuestros sistemas económicos y en nuestro desarrollo económico. Es un problema que existe tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados. Para abordar la brecha digital, debemos ocuparnos de los problemas sociales y culturales subyacentes que la han creado.


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